En el centro del corazón y de la mente sostemos la energía que nos permite acceder al tiempo infinito y eterno, un tiempo sutil invisible a nuestra retina. Abrimos una puerta y llegamos a la sala del vacío…
Inhalamos en silencio la sabiduría con la que continuamos transformado la realidad. Somos seres que hemos vuelto a la vida y hemos elegido el camino de la paz para poder regresar a nuestro origen…